martes, 31 de agosto de 2010

Y el pollo…ahí: una vegetariana y un carnívoro consagrado se sientan a la mesa (casi todos los días)

Por Vegetariana pero contenta

 El escenario es este: mientras el uno saliva al pasearse por la sección “Carnes” del supermercado, la otra se debate entre el dilema vegetariano ¿zukini o berenjena? Al final gana el zukini y el centro de cadera o el morro han sido reemplazados por una bandeja de pechuga (deshuesada por favor). El punto en común se revela en las bolsas que, de vuelta a casa, están llenas de tomates (en realidad 8 para dos personas), una bolsa de pasta en forma de tornillos (los marca doria funcionan bien), un pimentón (según las preferencias cromáticas), una cabeza de ajo, un paquete de queso parmesano y una caja de champiñones.
Por lo general, cuando X es vegetariano y Y carnívoro lo que ocurre es que la base del plato es vegetariana y, luego (a manera de cereza en un postre), se sirve la carne, en este caso la pechuga de pollo. La división, también, se revela en la elaboración del plato: uno de los dos pone a calentar el agua y sasona el pollo (con un poquito de sal) mientras la otra parte va cortando los vegetales. 


A mí, me gustan los champiñones cortados en cuatro, siento que su sabor y textura se aprovechan más, el pimentón (bien puede ser la mitad) queda muy rico, crocante y bonito cuando se corta en tiritas (elegantemente llamadas julianas) y el zukini en medias lunas le da también una buena textura, color y sabor al plato. Para los amantes del ajo dos dientes grandes cortados en laminas serán más que satisfactorios y el recuerdo de su buen sabor podrá ser desterrado con una buena lavada de dientes. 


Los tomates, acá, como en la sopa de la anterior entrada son fundamentales; son la base de la salsa. Para hacerlos más rápido corto sus colas (la parte en la que está el botón), los rayo y me deshago de la cáscara que queda rápidamente sin pula. Luego, pongo a freír los ajos en un poco de aceite y una vez los empiezo a ver negritos agrego la pulpa de los tomates.

Al mismo tiempo y en otro sartén el pollo se va fritando a fuego medio/alto, mientras se va tornando menos color piel y más cafesosa se le agrega un poco de salsa de soya.

Entonces, todos los vegetales menos los champiñones se sofríen. 


Luego se añade la salsa de tomates que, entre más anaranjada esté mejor. No hay que olvidar que ésta ha estado a fuego medio y que debe revolverse muy pocas veces, queda deliciosa con una o dos hojitas de laurel y/o con las especias que quieran.  Dejan que se integre un poco toda la salsa con los vegetales, añaden los champiñones, esperan mientras escurren los tornillos, los sirven, ponen la salsa encima, queso parmesano y listo.

Bueno, excepto porque el pollo debe cortarse en cuadritos y ponerse encima. Ahí lo tienen.

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